En su alegato de apertura, el fiscal Fernando Rivarola, sostuvo que el caso debe interpretarse a la luz del Artículo 48 de la Constitución Provincial: “Los funcionarios de cualquier rango que sean autores, partícipes o encubridores de desaparición forzada de personas, tratos crueles, degradantes o de alguna forma inhumanos y los que los toleren o consientan, son exonerados del servicio al que pertenecen e inhabilitados de por vida para acceder a la función pública, sin perjuicio de las penas que les corresponden. La obediencia debida en ningún caso excusa de esta responsabilidad.
Por su parte Omar López a cargo de la Querella oralizó los hechos y sostuvo que nuestro país tiene una triste historia en este tipo de hechos “cometidos por funcionarios destinados por la sociedad a protegerlos, no a violentarlos”. También afirmó que se busca la naturalización de la violencia policial como forma de control social, y la sociedad debe reaccionar contra ello.
El defensor, Marcos Ponce, anticipó que con las imprecisiones en torno a la conducta desplegada por cada uno de los imputados, no puede arribarse a una condena y el juez deberá resolver la absolución.
Los hechos
El 3 de octubre de 2011, con posterioridad a las 6:00 hs, en circunstancias en que una comisión policial al mando de Ismael Cerda, secundado por Mario Pérez, interceptaron a dos jóvenes en el empalme de la Avda. Holdich y el Pasaje Isaías Vera. Los jóvenes estaban en presunto estado de ebriedad y portaban elementos probablemente robados. Los demoraron y los trasladaron hasta la Comisaría 2da. Al llegar a la seccional policial, los ingresan por el sector del patio y desde allí al pasillo que conduce a los calabozos. Les hicieron sacarse parte de la vestimenta y más tarde, aproximadamente las 7:30 horas, fueron trasladados al HZE para el examen médico corporal. Cuando regresaron volvieron a alojarlos en el mismo calabozo, en esa oportunidad los efectivos policiales presentes, aproximadamente 5, sometieron a uno de los jóvenes a una golpiza con sus manos y cachiporras en distintas partes del cuerpo y procedieron luego a mojar a ambos detenidos con agua y lavandina arrojada con la utilización de un balde. Los policías entraban y salían del calabozo, en el que permanecían apoyados contra la pared y mirando hacia abajo y les aplicaban distintos golpes en sus cuerpos, con cachiporras, manos y pies, se burlaban de ambos detenidos diciéndoles que los pasarían a otra celda para que los otros presos los violaran y cosas similares. Posteriormente les hicieron quitarse toda la ropa, se burlaron de ellos y les tomaron fotografías. Por último antes de retirarse de la comisaría, los amenazaron, indicándoles que no dijeran nada, que ya los conocían y que la próxima vez sería peor.
El segundo hecho data del 10 de octubre de 2011, después de la 1:45 hs, cuando una comisión policial del Comando Radioeléctrico, interceptó a un grupo de jóvenes que transitaban por la Avenida Ameghino en dirección a la calle A.P.Justo, procediendo al palpado de armas. Uno de los jóvenes demorados portaba oculta entre su ropa un arma cal. 22. Los hicieron tirarse al piso, los esposaron y secuestraron el arma, previo a solicitar apoyo para trasladarlos hasta la comisaría 2da.
Se hizo presente una comisión policial de la comisaría 2da en una camioneta Ford Ranger doble cabina y una camioneta Renault Kangoo, conducidas por Ramírez Andrés Martín y Apes Luis, secundados por los agentes Moliné Leandro Alexis y Huera Raúl Armando, quienes conforme lo dispuesto por el oficial de Servicio de la Seccional 2da. Procedieron al traslado del adulto sorprendido en flagrancia y de los cinco menores que lo acompañaban a la seccional. Según la acusación, durante el traslado “todos los detenidos fueron sometidos a severidades innecesarias e inhumanas, tales como impedir que vean por donde son conducidos, golpes y manifestaciones humillantes”. En la seccional fueron ingresados por el sector del patio y desde allí al pasillo que conduce a los calabozos, donde los esperaban 5 o 6 policías uniformados, encapuchados algunos o con sus rostros semicubiertos con distintas prendas de vestir. Estos recibieron a los aprehendidos con golpes de puño, patadas, bastonazos, para luego ingresarlos al sector de calabozos, en tanto que otros quedaron en el pasillo anterior. En ese lugar los sometieron a una serie de insultos humillantes, relativos a su sexualidad, a la posibilidad de entregarlos para que sean violados por otros detenidos, como así también a distintas burlas relativas a su edad, a la higiene personal y en relación a la enfermedad que padecía uno de ellos. Los obligaron a quitarse la ropa y uno de los oficiales los roció con desodorante de ambiente. Siguieron los golpes mientras permanecían esposados, de frente hacia la pared o de rodillas. Esos tratos vejatorios y humillantes continuaron durante el traslado de algunos de los detenidos hasta el HZE para su revisión médica y mientras eran golpeados les proferían distintas manifestaciones amenazantes para que no contaran lo sucedido ni al personal médico que los atendiera ni a sus progenitores cuando los vinieran a buscar.
De estos hechos habrían participado Raúl Armando Huera, Leandro Alexis Moliné, Andrés Martín Ramírez, Carlos Damián Albiar, Sergio Hernán Reyes e Ismael Cerda.
Posteriormente, el Ismael Cerda, quien según los acusadores presenció y participado en parte los hechos descriptos, procedió a hacer entrega de los menores a sus progenitores entre las 03:25 y 03:45 horas.