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UN EX GERENTE DE GEOSUR Y UN OFICIAL DE CUENTA FUERON LOS TESTIGOS DE UNA NUEVA JORNADA DE LA MEGACAUSA

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Hablaron sobre emisión de cheques a empresas y sus autorizaciones

 

  Dos testigos fueron los protagonistas de la nueva jornada del Juicio Oral y Público denominado “Megacausa”, que comenzó cerca de las 10,30 hs, luego de tomar cuenta que alguno de ellos no había sido anoticiado para su presencia, por lo que se debió adoptar la decisión de ir en su búsqueda.   Lo cierto es que el primero en atestiguar fue Alfredo Indalecio Suárez, un ex gerente de la empresa Geosur, actualmente jubilado, quien cumpliera tareas técnico administrativas, habiendo sido traído a esta audiencia por iniciativa del imputado Jorge Espina. La declaración del testigo tuvo que ver con los trámites realizados durante su trabajo en los años 1999 a 2002, dado que era común su concurrencia al Banco del Chubut con el fin de cobrar cheques para la empresa a la cuál pertenecía, como así también, en forma eventual, para Aridos Fontana.   En este marco, comentó que el gerente de la sucursal era Jorge Espina, quien debía solicitar autorización de pago a sus superiores, aclarando que eso le constaba debido al peregrinar constante que suponía ir en busca de autorizaciones para sumas mayormente destinadas a sueldos y jornales, acudiendo sin ningún tipo de planillas ni documentación. “Tengo entendido que quienes autorizaban eran Vila, Ramírez y Beros, aunque nunca pude hablar con ellos, sino con secretarias”, dijo el deponente, indicando además que los montos, en oportunidades, eran de cifras de cuatro ceros y ante una pregunta sobre la posibilidad de haber cobrado dos cheques de Aridos Fontana superiores a 50 mil pesos, recordó la probabilidad de haberlo hecho.   El Dr. Romero, defensor de Silvia Beros, intentó profundizar sobre las autorizaciones dadas por su cliente para el cobro de cheques, aclarando Suárez que eran las mismas secretarias quienes le decían que ella autorizaba, y eso ocurrió la mayoría de las veces en el período comprendido entre 1999 y 2002. El defensor, Dr. Emilio Galende también preguntó como le constaba al testigo las autorizaciones dadas por Ramírez y Vila, sus defendidos, diciendo el ex gerente empresarial que lo manifestaba el propio Espina, a quien además acompañaba hasta las secretarías de estos, y requerido para dar un porcentaje sobre las autorizaciones dijo que en proporción Beros autorizaba ochenta, mientras Ramírez y Vila lo hacían diez y diez cada uno.   Posteriormente, ante una pregunta realizada desde Fiscalía, indicó que pudo observar en algunas oportunidades, que las chequeras de Geosur y Aridos Fontana eran manejadas por los funcionarios del mismo Banco, que las tenía en su poder y llegó a recibir cheques ya confeccionados en la entidad crediticia. De estos cheques, los de Aridos Fontana estaban firmados por el ingeniero Arrechea, y los de Geosur debía firmarlos el mismo.

EL CIERRE Y REAPERTURA DE CUENTA DE TECNECO   En forma inmediata a Suárez, se dispuso el interrogatorio de Jorge Omar Magadán, actual empleado bancario en Rawson, quien en la época que se investigan los hechos era oficial de cuenta en la sucursal Trelew, teniendo entre sus funciones el acompañamiento de clientes en forma integral y personalizada, sin facultades de crédito sino solo de atención. Entre esos clientes, al testigo le tocó en suerte atender a la empresa Tecneco, recordando que sus superiores fueron Mutio y Carrizo, de acuerdo al tiempo transcurrido.   Sobre la empresa mencionada indicó que venía trabajando normalmente, y cuando había algún exceso se consultaba a instancias superiores, en este caso al gerente comercial Luis Vila. En un momento, la cuenta sobrepasó el “acuerdo” que tenía, el gerente tuvo la facultad para devolver cheques y posteriormente decidió cerrar la cuenta, con mas de cinco cheques rechazados. Al hablar de “acuerdo” explica que todos los clientes eran calificados hasta un determinado monto para créditos, pudiendo ser con garantías en hipotecas o a sola firma, y también había autorizaciones para trabajar en descubierto hasta cierto punto, existiendo siempre un análisis de riesgo.   Tecneco tenía un acuerdo por 360 mil pesos con garantías preferidas, según manifestó el testigo, y una vez tomada la determinación de su cierre la cuenta siguió operando por una orden de la casa matriz. En este punto, contó que los llamaron junto a los gerentes Mutio y Ferré a la casa de Rawson, y en una reunión llevada adelante en una oficina ubicada en la vivienda aledaña al Banco, la contadora Beros les expresó que de acuerdo a una auditoría realizada a la empresa, esta se encontraba en condiciones solventes, por lo que la cuenta había estado mal cerrada. Unos días después, la cuenta volvió a funcionar, sin haber constado una orden o autorización por escrito, ratificando que toda documentación, datos e informes sobre los clientes estaban siempre presentes en el legajo correspondiente. Siempre según el empleado bancario, Beros estaba adscripta a la gerencia general, expresando no tener conocimiento que se procediera de igual manera con otras empresas en similares condiciones.   Por otra parte, ratificó que en algunas oportunidades los cheques de la empresa los llegó a manejar el propio Banco, efectuando su emisión cuando la empresa lo solicitaba por distintos requerimientos que eran evaluados permitiendo su autorización. En su momento había quedado a cargo de la cuenta de Tecneco Mario Ferré y se menciono a Oscar Richard como contador al frente de riesgo crediticio.   Mas adelante, Magadán dijo llegar a sentir en algún momento la fuerte carga laboral, pidiendo ser desafectado de los seguimientos de cuentas, y agregó que hubo movimientos de cheques diferidos entre las empresas de los hermanos Fernández y Tecneco, siendo los hnos. Héctor y Orlando en forma indistinta los representantes del grupo. Manifestó en relación a Luis Vila, ante una consulta de su defensor, que tenía facultades crediticias del área comercial, que cuando eran excedidas pasaban a instancias de la gerencia general, aunque no podía afirmar si Ramírez o Vila autorizaban pagos de cheques.   Fue consultado, por otra parte, sobre aspectos vinculados a los cierres de las cuentas, dando a entender el paso previo denominado intención de baja, mediante el cuál se advertía a los clientes, procediéndose luego a la cancelación. Reafirmó que la cuenta de Tecneco había sido cerrada y explicó que cuando esto sucede, normalmente el cliente tiene unos treinta días para saldar la deuda, recuperar cheques rechazados y si efectiviza estos pasos, recién después puede acceder a una nueva cuenta, no reabrir la misma que ya fue clausurada.

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