Jornada de los Ministerios Públicos Fiscales

Entre las exposiciones de la Jornada de los Ministerios Público Fiscales se destacó la del coordinador provincial del SAVD, Luis Amarfil, quién se refirió a “los derechos de las víctimas que aparecen enumerados en los códigos de procedimiento mixtos. Cuando llega el momento de materializarlos, comprobamos con desazón que esas enumeraciones son meramente enunciativas y están vacías de contenido pues, en la práctica,  esos derechos quedan muy restringidos, casi nulificados, pues las víctimas solo participan del proceso en la medida en que son útiles a la administración de justicia, la víctima es arrastrada a la categoría de cosa”.

Las víctimas tienen el “derecho de recibir un trato digno y respetuoso por parte de las autoridades”, el derecho “a la protección de la integridad física y moral, inclusive de la familia”, el derecho de ser informadas. Sin embargo, gran parte  de estos derechos quedan licuados en la realidad de los tribunales que, colapsados por el número de expedientes sienten que la víctima les molesta cuando concurre a reclamar, entonces nuevamente es revictimizada. Es que no alcanza con hacer una enumeración taxativa de los derechos de las víctimas, de lo que se trata es materializar  esos derechos con un valor superlativo.

Bajo ningún punto de vista, en absoluto negamos los derechos y garantías que rodean al imputado, solo bregamos por hacer visibles, por llevar lo más alto posible  los derechos de las víctimas. Nadie conoce como nosotros —después de las víctimas por supuesto— lo que sufren, no solo por el hecho, sino por el calvario que de ahí en adelante les toca atravesar.

No es verdad —o al menos es una verdad relativa— que el eslabón más débil de la cadena sea el imputado;  el eslabón más débil de la cadena es la víctima, y ese eslabón ya se cortó cuando su vida se transformó con el hecho criminal.

El Código Procesal Penal de Chubut le dio una participación muy importante a la víctima y la facultó para ejercer sus derechos. Es que, el cosificar a la víctima, el verla durante tanto tiempo como un mero instrumento del proceso, creó un  paradigma que se ha hecho carne —de la misma manera que se hizo carne en su momento el modelo positivista de derecho del siglo XIX— y  que es necesario desterrar pues, si vamos a hablar de victimología es preciso entender que la atención debe concentrarse en la víctima y no en el proceso.

La contribución de la victimología con el proceso penal, con el esclarecimiento del hecho debe ser por vía indirecta y a través de la participación personal de la propia víctima, y con mucha más razón en un sistema cuya característica fundamental es la oralidad y la inmediación.

Desde nuestra perspectiva victimológica, a fuerza de ser autocríticos, creemos que aquel viejo paradigma cosificante de la víctima, que solamente la tenía presente como objeto de prueba, todavía campea en nuestra praxis cotidiana y,  para llegar a cambiar esos modelos estructurados, es necesario un cambio cultural de la praxis judicial,  pues no hay nada que pueda reemplazar la declaración directa de la propia víctima.

Pero tenemos una mirada optimista pues es mucho lo que se ha avanzado y somos muy conscientes de que aún restan cosas por hacer;  la práctica nos indica  que estamos en la senda correcta. Podemos afirmar sin dudarlo que estamos en un proceso de evolución.

TRABAJO CON VÍCTIMAS

“Cuando existió la decisión de visibilizar a la víctima, debemos reconocer que, no solo no  fuimos los primeros sino que aquello que comenzó como una tímida emulación se fue desarrollando hasta crear un ADN propio y que lo ha transformando en modelo a seguir”.

Amarfil tuvo unas palabras de reconocimiento para las pioneras del modelo Silvia Elías, Néstor Jáuregui (ambos jubilados ya),  Patricia de la Torre,   Alejandra Gigena y  Ana Chávez. Estas últimas tres en funciones todavía.

Finalmente el Coordinador provincial del SAVD hizo mención de cuestiones vinculadas con el trabajo con testigos (Programa de Contención Victimológica)  explicando de qué se trata y del trabajo realizado con las personas víctimas de violencia familiar. Proponiendo que “en los casos de violencia doméstica empecemos a hablar de violencia en la pareja por ser este un concepto más específico pues la separa de la violencia familiar en general (por ejemplo la violencia del hijo contra la madre o entre hermanos) y a la vez es más abarcativo al no limitarse al  estereotipo hombre – mujer”.

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